Hace unos días comentaba con una amiga, que en toda relación o cuando estas conociendo a alguien llega el día de la gran prueba de fuego que es preparar la cena. Da igual que seas tú o él, pero la primera vez que le cocinas o te cocinan es más influyente y decisivo que la primera vez que habéis echado un polvo y desde luego te pones más nerviosa. Como también el darse cuenta si mi relación de pareja no funciona o sí.

Esta misma amiga con la que hablaba recordaba de aquella primera vez que su novio le hizo la cena, el tío en cuestión le plantó

unos cardos con nata, así, lo que leéis, abrió una lata de cardos envasados al vacío (que mi amiga no sabía ni de su existencia), puso una satén con aceite al fuego, los lanzó a ella (literalmente), les dio un par de vueltas y los volcó en una fuente, soltando un “espera, que llega el toque” mientras abría la nevera y sacaba un tetra brick de nata de marca blanca del Día y lo echaba por encima. Así en plan topchef.

Y ya me imagino que pensareis ¿y esto que más da? Pero dejadme deciros que esto que parece una tontería, no lo es en absoluto, evidentemente mi amiga se los comió soltando de vez en cuando un “mmm, que rico” bebiendo mucho pero MUCHO vino, vamos que se emborrachó y relativizó que fuera un desastre y siguió con él en nombre del amor.

Por supuesto la relación no funcionó, ella quería no un chef pero sí alguien que fuera capaz al menos de freírse un huevo sin dejar la cocina cual zona cero.

¿A qué viene esto? pues viene a qué la mayoría de las veces sabemos de antemano que eso no va a funcionar, que mi relación de pareja no funciona, pero nos empeñamos casi siempre y muy inconscientemente a que sí con un absurdo a la par que contundente “le quiero” y nos olvidamos del qué quiero/necesito yo y claro, MAL.

Mal porque nos enamoramos creyendo que van a cambiar, que por arte de magia se despertarán una mañana siendo tal y como nos gustarían y tías, eso no pasa nunca pero la culpa no es de ellos, es nuestra que idealizamos de más, OJO, y viceversa.

En fin que digo yo que el me gustas tal y como te idealicé está bien como estado pero nada más. Así que acabemos con el ser infeliz por amor, os lo ruego de verdad, que el amor puede con todo menos con el amor.

FIN.